Otro miembro del equipo pasó a actuar mínimamente en la peli. Ahora le tocó a Checha.
Checha como empleado de la morgue. No podemos contar quién está en la camilla.
Felicitando al payasesco sonidista.
Otro miembro del equipo pasó a actuar mínimamente en la peli. Ahora le tocó a Checha.
Checha como empleado de la morgue. No podemos contar quién está en la camilla.
Felicitando al payasesco sonidista.
Una de las motos.
Algunas Águilas.
Listos para la acción.
Manu, Levy, Flora y Diego comparten anécdotas de las Águilas Argentinas.
Lo mismo De Caro, Maxi, Laura y Mauro.
19:15.
En un costado de la casa, los Dfs y los eléctricos preparan la puesta de luces para las próximas escenas. Marina, Florencia y Mauro chequean el esqueleto de acero que sirve como refugio de July y de Laly.
Miles de bochos alrededor de las luces.
La luna, muy roja.
Caserta, en dirección al esqueleto.
Preocupación: muy cerca de allí se celebra una fiesta infantil. Los gritos de los chicos jugando en el castillo inflable pueden tornarse muy molestos.
De Caro todavía no se inquieta, y hasta se despacha con una anécdota de Chaquinho: en un desfile realizado en su Chaco natal, nuestra Laly fue más aplaudida que la mismísima Pampita. Lo que se dice, profeta en su tierra.
Antes de filmar, la cena: empanadas de carne, preparadas por la tía.
“¿A quién hay que pegarle, tía”, le dice Chelo, abrazándola. “Dígalo, dígalo”.
“A nadie”, dice ella, riendo. “Sé defenderme sola”.
De nuevo en la casa, pinta contar remates de viejos chiste. La mayoría incluyen malas palabras. Curiosamente, el más sutil vino por parte de Fede: “Cómo te gusta la japi”. Sí, ese era el más suave.
Charla y empanadas.
Luego surge el tema de la “sequía intergrupo”, como lo llamó Levy. A muchos, sobre todo a De Caro, les preocupa que en la peli no se hayan formado parejas. Por eso pregunta a algunos si están interesados en alguna co-equiper.
La charla sigue un rato más, incluso después de que las actrices fueran para el trailer a ser maquilladas por Nancy. Fede es quien más se destaca gracias a sus ocurrencias. Igual, como era de esperar, nadie se hace cargo de nada.
Alguien dice: “Al final del rodaje, hagamos un body sushi” (¿?).
21:08.
En el set.
Se puso frío. Casi todos nos abrigamos un poco.
Se hacen ensayos de luces y de cámara con Flore y Kronenberg.
Ensayo.
Checha ya tiene la consola y el bum listos.
La humareda no se mueve, pero tiene su lado positivo: ayuda al clima siniestro que se quiere conseguir para las escenas.
Sigo sonándome la nariz y tosiendo.
Parece la luz mala, pero es un farol.
“Qué bueno sería tener una de aire comprimido”, dice Manu, mirándole castillo inflable de más allá. ¡Qué energía la de esos niños!
Chaco y Levy llegan caracterizadas. De Caro les da las últimas indicaciones.
Eugenia se va a negociar con los vecinos para que hagan callar a los nenes.
Por suerte, en las cinco tomas que se filman a continuación no se toma sonido directo. Pero el barullo no cesa.
Pese al frío, los Recortados, a pleno.
A los pocos minutos, los niños se hacen presente en el set. Permanecen caladitos. Los que siguen hablando son los padres.
De Caro invita a cada chico a decir “Silencio”, “Acción” y “Corte” en las próximas tomas. Cuando terminan, los aplaudimos.
“El payaso debe estar allá cagándose de hambre”, dice Checha. “Debe pensar que lo dejamos sin curro”.
Ahora toca filmar dentro del cacharro. De Caro planea cumplirle el suelo a Kronenberg: dejarle usar la cámara. A ella se le iluminan los ojos. Pero un chiste de alguien del grupo le cae mal y se va ofendida. El director va a explicarle que hablaba en serio. Se quedan hablando un rato largo, casi en la penumbra. De pronto se abrazan.
Solucionado el asunto, se filman planos de July y Laly entrando en el esqueleto metálico. Queda lista en cuatro tomas, la última filmada por Daniela. Ahora, planos dentro del tenebroso lugar.
Filmando dentro del cacharro.
El humo y el frío no son nada para los Recortados.
En los planos que se filmarán, las chicas se dirigen hacia una misteriosa luz a lo lejos. En realidad, se trata de un farol demasiado potente. “Parece que viniera un tren”, comenta alguien. De Caro a las actrices: “Vamos, Mulholland Drive, la Estrella de la Salvación”.
Chaco y Levy tiemblan, pero dan una actuación fenomenal. Hay que admirarlas o admirarlas.
Algunos planos de cobertura y listo. Nos fuimos.
Es poco más de la 1:30.
Y no paro de toser ni de sonarme la nariz.
Se guardan los equipos, las chicas se cambian. Es su última jornada en los pagos de los tíos. “Nos vemos en el estreno”, le dice Levy a la tía Mirtha.
Falta una linterna roja, pero estamos cansados y nos vamos. Me toca ir con Kronenberg y Fede en el auto de Checha. Decido no escribir más y dormir en el viaje.
Hasta la próxima.
Laurita, en medio de los preparativos.
Toso y me sueno la nariz. No me he sentido muy bien últimamente, pero la piloteo. Eso pasa por salir tarde de algunas funciones del Bafici. Menos mal que los tés especiales y las Bayaspirinas me permitieron estar acá. “Vení sí o sí, man”, me había dicho de Caro por mensaje de texto, “Es crucial tu presencia”. Lo positivo: ya no me duele la garganta.El gatito de Laura.
Van cayendo los miembros originales del equipo: Noelia Oliva y Fede Sande, co-directora de fotografía y eléctrico, respectivamente; la claquetista Daniela Kronenberg; Flora Insausti, mano derecha de Laurita; el sonidista César “Checha” Delgado. También llegan las protagonistas, Mariana Levy y Noelia “Chaco”, Antúnez. Y dicen presente tres de las nuevas incorporaciones: Virginia Irizar y Lila Iturri, las muy bellas asistentas de dirección, y Manu, ayudante de producción. Ahí viene otro nuevo... ¡Ah, no!: es el continuista Diego Fernández, que se rapó. Encima, con esa remera de los Ramones y los anteojos negros parece un patotero. Sólo le falta una barra de acero.
No parece, pero es Diego Fernández.
13:25.Chaco y Levy, seductoras.
Girls, girls, girls.
Laura fuma tranquila.
Diego, Checha, Virginia y Lila, cuando paramos.
Cuando retomamos, el tema de conversación deviene en ex novios y hombres en general. Mejor no reproducir las expresiones de estas muchachas. La más suave salió de Laura: “Me gustaría ser la versión femenina de Hugh Hefner y vivir en una mansión llena de chongos”. Algo me dice que voy a estar en problemas por poner esto.
Vemos por la ventanilla una importante cantidad de motos estacionadas en un boliche.
“Reunión de motoqueros”, dice alguien.
15 y minutos.
Arribamos a La Armonía, donde viven los tíos de Eugenia.
Reencuentro con la pandilla: de Caro, Talice; Juan Pablo Caserta, gran productor; el eléctrico Chelo Diez y su asistente, Maxi Dugnani, otro de los nuevos; la directora de arte Marina “no me saques fotos” Sabate y la vestuarista Florencia Molinari; el cámara Mauro Narducci y el co-DF Nacho Acevedo. Hacía mucho que no los veía. Ausente con aviso: Javier Facciuto, asistente de dirección.
El equipo, a full.
Sin perder más tiempo, el director explica pasa a paso lo que se filmará a lo largo de la jornada. Las locaciones: los alrededores de la casa, incluyendo una especie de esqueleto de un vehículo. En la mayoría de las escenas, July y Laly, las protagonistas, escapan por un lugar boscoso. ¿De quién huyen? Eso es algo que no revelaré.
Bocha de mosquitos, avispas y otros insectos voladores. Laura rocía con Pelente a las actrices.
De pronto un numeroso grupo de motoqueros irrumpe en la vivienda. ¡Son los mismos que vimos en el camino! Imposible no recordar a los Hell’s Angels y la anécdota del periodista Hunter S. Thompson: cuando quiso mezclarse con ellos, terminó hecho percha por los golpes (igual, pudo publicar un libro sobre los tipos).
En realidad, se trata de las Águilas Argentinas, un grupo más pacífico que Los Ángeles del Infierno —hasta vinieron con sus familias—, y un elemento fundamental de este rodaje. Según De Caro, viene promocionados por Zanella, marca con la que hay un acuerdo.
Tras su presentación, Eugenia habla con Rubén, líder del grupo, mientras De Caro, Nacho, Mauro y Fede preparan la puesta.
Me sueno la nariz. Mi pañuelo ya no parece tal.
De Caro dirige a las Águilas. Orden principal: no mirar a cámara.
El director les agrace a las águilas por su presencia, los lleva hasta la entrada a casa de los tíos, y dice, en broma, que después sortearán a una de las chicas. A continuación, varios planos con cámara en mano, tanto de las motos como de los motoristas.
Motoqueros en acción.
Filmando a la versión argenta y pacífica de los Hell’s Angels.
Al terminar su parte, la mayoría del grupo permanecen en casa, mientras cuatro motoqueros y un equipo técnico reducido se van en motorhome a filmar en un aserradero. Antes de partir, un feliz Diego comenta: “Pude gritarles órdenes a los motoqueros”. Y, con ese look de matón podría pasar por uno de ellos.
Laura aprovecha para anotar los nombres, apellido y apodos de los motoristas, a fin de incluirlos en los créditos. Laurita quedó fascinada por todos. “Son lo mejor que me pasó en el rodaje”, confiesa.
Eugenia habla con las familias de las Águilas.
(Mientras escribo estas líneas no paro de toser ni de estornudar ni de sonarme la nariz. Sí, todavía estoy medio hecho bolsa. Espero no se me esté pasando nada).
En la hora y pico sin actividad en los alrededores de la casa, Laura y Eugenia hacen un balance (muy positivo) de la jornada. Chelo y Maxi ultiman luces para las futuras escenas nocturnas. Fede trata de comprar cerveza, pero se lo prohíben. “Nada de alcohol”, dice Eugenia.
Maxi, Eugenia, Laura y Virginia comparten anécdotas.
Un servidor hace contacto con Rubén. Un señor copado, bien predispuesto, que hasta aceptó responder unas preguntas para este blog.
Las familias de los motoristas pasean por el terreno, charlan con la tía Mirtha, ríen. Buena gente.
¡Y yo no paro de toser, carajo!
18:08.
Vuelven los cuatro motoqueros que filmaban en el aserradero.
Así las águilas Argentinas concluyen su participación en Recortadas. Nos saludamos y les agradecemos una vez más.
Las Águilas se van.
“Me casaría con todos”, comenta Laura al verlos partir. En tanto, Eugenia dice que ahora quiere una moto.
Y se van, en medio de mucho polvo y humo.
En un rato vendrá el resto del equipo.
Continuará...