miércoles, 14 de noviembre de 2007

La posada de los gatos mutilados

¡Qué leeeeeendo!


La casa se encuentra a dos cuadras de la estación de Burzaco. Posee una arquitectura de antaño. En algunos sectores se ve derruida, y está rodeada de abundante vegetación que se agita con el viento nocturno.
El contexto ideal para cualquier película de terror gótico.
A los pocos segundos de tocar el timbre, la puerta de doble hoja de abre y aparece una silueta. ¿Vincent Price? ¿Peter Cushing? ¿Christopher Lee, tal vez? Ninguno de ellos: Ricardo, el tío de Laurita.
Es que, con mucho acierto, en aquella residencia se filmaron las más truculentas escenas de Recortadas.
Al entrar, pueden apreciarse muebles y habitaciones antiguos, pero muy elegantes. Predominan tonos marrones y luces amarillentas de lámparas antañosas. No será la Casa Usher del cuento de Poe, pero la sigue de cerca.
“Hace treinta años que vivo acá”, cuenta Ricardo, tras chupar el primer mate. “Antes vivía cerca”. Pero ya de muy joven frecuentaba su actual vivienda. De hecho, ¡funcionaba como el colegio al que el señor asistía! No sabemos si el pequeño Ricardo era un nerd o algo así, pero terminar viviendo en la escuela resulta bastante llamativo.
Entre mate y mate, Ricardo hace una importante aclaración: “Acá viven perros, gatos... y yo”.
En efecto, por el fondo de la casa pululan dos perras, que, cual zombies hambrientos, intentan empujarla puerta para hacer de las suyas dentro de la morada.
“Entre los perros y los gatos”, dice Ricardo, “prefiero a los gatos. Les ponés un poco de balanceado y listo. Pero a los perros les tenés que andar encima”.
Si se trata de los pequeños felinos, el lugar parece estar repleto de ellos, y de todos los tamaños y colores. (Ricardo pasó de ser Vincent Price a Gerardo Sofovich). A la vista sólo hay dos o tres michifuces —uno demasiado molesto pero igual de bonito que los demás—, pero muchos andan ahí afuera, entre los árboles, provocando con sus movimientos ruidos fantasmagóricos.
En el transcurso de la estancia en aquel caserón, uno puede toparse con dos gatos bien extraños. Son gorditos, peluditos, de pelaje amarillo... pero con el hocico cercenado. Andan de un lado a otro con una parte de su cuerpo en carne viva.
¡Y sí, el estremecimiento es inevitable!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que tambien tenes que aclarar que los gatos tienen un problema congenito. Todos los gatos son familiares entre si y creo que todas las hembras solamente les pasa eso.. No vaya aser cosa que crean que el tio de Laura los tiene mal!!! Jajaja.

sEbAs dijo...

Mati soy Sebastian Fernandez .. juro lealtad ante el blog. Todos los dias ingreso a ver las actualizaciones.

Genio el tio Gatero!

Prometo postear mas seguido!

Aluminé dijo...

Que morbosos asquerosos!! Todos los días que estuve filmando en Burzaco le escapé al gato y hoy muy pancha abro el blog y es lo primero que me encuentro...

Besos, los aprendí a querer (que hippie)

PD: que fiaca postear un comentario, muy vueltero

nacho dijo...

El talento y la originalidad justifican el morbo dentro de una determinada diegesis y estetica. Este blog carece totalmente de esto y solo lo define, a mi enterder, el pesimo gusto.

Matías Orta dijo...

Epa, no tenía el dato del problema congenito. Sigue siendo un detalle macabro.

M.